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Módulo 2 — Jesús: Señor y Salvador

En este módulo descubrimos que Jesús no es solo un personaje histórico ni un maestro moral, sino el Hijo de Dios, nuestro Salvador y Señor, que vino a mostrarnos el amor del Padre y a darnos vida nueva.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” — Juan 14:6 (NTV)

Jesús: verdadero Dios y verdadero hombre

Jesús no fue solo un profeta o un buen maestro. Fue y es Dios hecho hombre.

“En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.” — Juan 1:1 (NTV)

Él dejó su gloria celestial para hacerse uno de nosotros, experimentar nuestro dolor, y mostrarnos cómo es el corazón del Padre.

“Así que el Verbo se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros.” — Juan 1:14 (NTV)

Jesús es la perfecta unión entre lo divino y lo humano: completamente Dios, completamente hombre.

Su nacimiento, vida y enseñanzas

El nacimiento de Jesús no fue casualidad; fue el cumplimiento de promesas hechas desde siglos atrás. Vivió una vida sin pecado, sirviendo, sanando y amando a todos. Sus palabras no solo enseñaban, transformaban corazones.

“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” — Marcos 10:45 (NTV)

Sus enseñanzas sobre el perdón, el amor al prójimo, la humildad y el Reino de Dios siguen siendo el fundamento de la fe cristiana.

La cruz: sustitución, perdón y redención

En la cruz, Jesús tomó nuestro lugar. Llevó sobre sí nuestros pecados para darnos perdón y reconciliación con Dios.

“Él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados.” — Isaías 53:5 (NTV)

El sacrificio de Jesús no fue una tragedia, sino un acto voluntario de amor. En la cruz, el pecado fue vencido y la puerta hacia Dios fue abierta.

“Porque también Cristo sufrió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.” — 1 Pedro 3:18 (RVR60)

Cuando miramos la cruz, no vemos derrota: vemos amor en su máxima expresión.

La resurrección: evidencia y esperanza

Tres días después, Jesús resucitó. Su tumba vacía es la base de nuestra fe.

“No está aquí; ha resucitado, tal como dijo.” — Mateo 28:6 (NTV)

La resurrección demuestra que Jesús tiene poder sobre la muerte, el pecado y toda oscuridad. No seguimos a un líder muerto, sino a un Salvador vivo. Su victoria es nuestra esperanza: si Él venció, nosotros también venceremos.

Jesús como mediador, Señor y amigo

Jesús no solo nos salvó, también nos invita a tener una relación con Él. Es nuestro mediador ante el Padre, nuestro Señor que guía nuestra vida, y nuestro amigo que nos acompaña.

“Ya no los llamo siervos… los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.” — Juan 15:15 (NVI)

Seguir a Jesús no se trata solo de obedecer reglas, sino de caminar con una persona real, viva y presente.

Cómo recibir a Cristo y vivir en obediencia

Aceptar a Jesús como Señor y Salvador es el paso más importante de la vida. No se trata de una religión, sino de una entrega del corazón: reconocer que lo necesitamos, creer que murió y resucitó, y decidir seguirlo cada día.

“Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.” — Romanos 10:9 (NTV)

Vivir en obediencia a Jesús es permitir que su Palabra y su Espíritu transformen nuestro carácter, decisiones y prioridades.

Jesús, el único camino a Dios

Jesús no dijo ser uno de los caminos, sino el camino.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida.” — Juan 14:6 (NTV)

Ninguna religión, obra o filosofía puede salvarnos. Solo Jesús puede reconciliarnos con el Padre, porque solo Él venció el pecado. Cuando lo reconocemos como el centro de nuestra fe, encontramos la verdad, la libertad y la paz que nada más puede dar.

Aplicación Personal

Escribí brevemente tu propia historia con Jesús.

“Qué cambió en mí desde que conocí a Jesús…”

No importa si tu relación con Él recién comienza o si aún estás conociéndolo. Reflexioná en cómo su amor, perdón o ejemplo han empezado a transformar tu forma de pensar, sentir o vivir.

Reflexión / Resumen

Jesús no vino solo a salvarnos del pecado, sino a devolvernos la vida que el pecado había robado.

Él no busca admiradores, busca discípulos. Cada vez que decimos “sí” a su llamado, la historia del evangelio sigue escribiéndose en nosotros.

Oración Final

Señor Jesús, gracias porque diste tu vida por mí. Gracias por tu cruz, por tu perdón y por tu amor. Hoy te reconozco como mi Señor y Salvador. Quiero seguirte, conocerte y obedecerte cada día. Hazme nuevo por dentro y enséñame a vivir como tú viviste. Amén.

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