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Módulo 12 — Integración y compromiso

Este módulo busca cerrar el proceso de discipulado inicial, no como un final, sino como el comienzo de un nuevo caminar con propósito, comunidad y madurez espiritual.

“Así que, hermanos míos amados, estén firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano.” — 1 Corintios 15:58 (RVR60)

Resumen de los fundamentos de la fe

Durante este recorrido aprendimos los pilares esenciales de nuestra fe:

  1. Quién es Dios: nuestro Padre y Creador.
  2. Quién es Jesús: nuestro Señor y Salvador.
  3. Quién es el Espíritu Santo: nuestra guía y poder.
  4. La Biblia: nuestra fuente de verdad.
  5. El pecado: el problema del corazón humano.
  6. La salvación: el regalo inmerecido de la gracia.
  7. El discipulado: el camino del crecimiento.
  8. El propósito: descubrir y servir según nuestro llamado.
  9. La batalla espiritual: vivir en victoria.
  10. La eternidad: nuestra esperanza.
  11. Las preguntas difíciles: una fe que madura en la búsqueda.

Cada módulo fue una pieza del plan de Dios para construir tu vida sobre un fundamento firme.

Declarar públicamente la fe: el bautismo

El siguiente paso natural después de creer en Jesús es testimoniar públicamente tu fe a través del bautismo.

“El que crea y sea bautizado será salvo.” — Marcos 16:16 (NTV)

El bautismo simboliza el final de la vieja vida y el inicio de una nueva.

Es una declaración visible de una transformación invisible: “Morí con Cristo, y ahora vivo para Él”. No se trata de perfección, sino de obediencia.

Si aún no diste este paso, orá y hablá con un líder o mentor para prepararte.

Ser parte activa de una iglesia local

Dios no nos llama a caminar solos. La iglesia es una familia espiritual donde crecemos, servimos y rendimos cuentas.

“Ahora ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.” — 1 Corintios 12:27 (NTV)

Ser parte activa implica asistir, participar, dar y servir. La iglesia no es un edificio, es una comunidad viva.

Allí aprendemos a amar, perdonar, compartir y perseverar. Tu fe crece cuando la compartís.

Servir, discipular y multiplicar

El cristianismo no se trata solo de recibir, sino de dar lo que hemos recibido. Jesús nos llamó a hacer discípulos, no espectadores.

“Vayan y hagan discípulos de todas las naciones.” — Mateo 28:19 (NTV)

Servir es amar en acción. Discipular es acompañar a otros en el mismo camino que recorrimos.

Multiplicar la fe no es opcional; es el fruto natural de un corazón transformado. Comenzá orando por una persona específica con quien puedas compartir lo que aprendiste.

Cómo mantener encendida la pasión por Dios

Con el tiempo, la fe puede enfriarse si no la cuidamos. Por eso, Jesús nos llama a mantenernos apasionados. Algunas formas prácticas:

  1. Buscar a Dios cada día (oración y lectura).
  2. Rodearte de personas que te inspiren.
  3. Servir con alegría.
  4. Recordar constantemente lo que Dios ya hizo por vos.

“Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.” — Romanos 12:11 (NVI)

El fuego espiritual no se enciende una vez: se alimenta todos los días.

Plan de crecimiento continuo

La madurez espiritual no llega por accidente, sino por intención. Podés trazar un plan simple con tres áreas:

  1. Aprender: seguir estudiando la Palabra y participando en cursos o grupos.
  2. Servir: involucrarte en alguna área de ministerio o acción social.
  3. Acompañar: discipular a alguien que recién empieza su fe.

“Lo que me has oído decir… encárgalo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” — 2 Timoteo 2:2 (RVR60)

Tu proceso no termina aquí: apenas empieza una nueva etapa de influencia y fruto.

Aplicación Personal

Redactá tu propia Declaración personal de fe y compromiso. Podés comenzar así:

“Hoy declaro que Jesús es mi Señor y Salvador. Me comprometo a seguirlo, a vivir conforme a su Palabra y a servirle con todo mi corazón. Quiero ser parte activa de su iglesia y ser un instrumento de su amor en el mundo.”

Firmala y guardala como recordatorio de este nuevo comienzo. Si lo deseás, compartila con un mentor o en tu comunidad de fe.

Reflexión / Resumen

Ser discípulo no termina con un curso ni con una oración. Comienza cada mañana, cuando elegimos seguir a Jesús una vez más. El mundo necesita creyentes firmes, humildes y encendidos por su amor. Vos sos parte de esa generación. Dios no solo te salvó: te envió.

Oración Final

Señor Jesús, gracias por acompañarme en este camino de fe. Gracias por tu paciencia, tu enseñanza y tu amor constante. Hoy afirmo mi compromiso de seguirte, servirte y representar tu Reino donde vaya. Lléname de tu Espíritu para perseverar, y úsame para que otros te conozcan. En tu nombre, Jesús, amén

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